LA CONFESIÓN, SACRAMENTO DE PENITENCIA Y RECONCILIACIÓN

Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios, el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones.

Pasos para una buena confesión

Debe tomarse el tiempo que sea necesario para recordar todas las faltas.

Examen de Conciencia

Significa recordar los pecados cometidos desde la última confesión bien hecha.
Para acordarse de los pecados se aconseja repasar los Mandamientos de la Ley de Dios, los de la Santa Madre Iglesia y los deberes del propio estado.
El examen debe ser cuidadoso.

Hombre de rodillas, con las manos juntas, orando

La conversión del corazón va acompañada de dolor y tristeza saludables para no volver a pecar.

Arrepentimiento

Arrepentirse de todos los pecados sin excluir ninguno (a no ser por olvido).
Debe sentirse en el alma. Implica un dolor y una aversión respecto a los pecados cometidos, y el propósito firme de no volver a pecar.
Debe estar inspirado en motivaciones que brotan de la fe. Si el arrepentimiento es concebido por amor de caridad hacia Dios, se le llama "perfecto".

El sacerdote es enviado de Cristo, y es Dios mismo quien, a través de él, perdona los pecados.

Confesar todos los Pecados

La confesión debe ser:

Sincera. No se debe ocultar lo que en conciencia es grave.
Verdadera. Sin ocultar o disimular lo que debe manifestar, ni dar vueltas, tratando de justificarse.
Completa. Todos los pecados graves, según su especie, número y circunstancias que cambian la especie.
Sencilla y humilde. Con pocas palabras y sin rodeos.

Mujer acercándose al altar para ponerse de rodillas

Es preciso hacer lo posible para reparar el daño causado a los demás o a sí mismo.

Satisfacción o cumplimiento de la Penitencia